Flexibilidad alimentaria

El concepto de alimentación se ha considerado desde hace tiempo a través de una visión errónea de lo que entendemos por “alimentarse”.

Habitualmente, el acto de comer se asocia con el aspecto físico. Si como mucho, engordaré. El porcentaje de grasa en mi cuerpo está en función de lo mucho o poco que coma.

Por otro lado, se han instaurado modelos de cuerpos que nos inducen a parecernos a ellos para resultar socialmente agradables. E incluso, no solo ante los demás sino ante el espejo –vernos gordos/as va a desencadenar una reacción alimentaria a menudo desastrosa-. De hecho, se está produciendo un aumento de trastornos alimentarios de bajo grado asociados a la imagen: personas que sin tener ninguna patología, recurren a suplementos denominados como quemagrasas y que no tienen el efecto que prometen.

¿Qué ocurre si a mí me gusta la pizza, o una hamburguesa con patatas de las que sirven empaquetadas? Pues sencillamente que estás consumiendo alimentos ultrapalatables, con atractivo sabor, pero poco nutritivos.

¿Y eso es malo? Pues, ni es bueno ni es malo. Es decir, restringir la comida ultrapalatable –que por otro lado también es ultraprocesada- no es lo mismo que sacarla fuera totalmente de nuestra dieta. Por supuesto, consumir en exceso ese tipo de comida es un error al igual que intentar suprimirla totalmente.

SOLUCIÓN:

REGLA 80/20

Vilfredo Federico Pareto, un economista que murió a principios del s. XX, estableció una teoría que venía a decir que el 80% de los resultados se origina en el 20% de las acciones. Esto traducido a nuestra alimentación significa que si comemos alimentos poco nutritivos un 80% de nuestras comidas semanales y sólo un 20% nos nutrimos convenientemente, entonces tenemos alta probabilidad de enfermar (con obesidad o sin ella). Pero si por el contrario, en un 80% de nuestras comidas, intentamos nutrirnos convenientemente –consulta documento Antidieta en nuestra web o solicítalo por correo- y solo en un 20% -fines de semana por ejemplo- comemos moderadamente de manera poco nutritiva aunque apetecible, entonces nos mantendremos sanos.

Recuerda: Disfrutar de la comida siempre es cuestión de que tu cuerpo y tu mente entiendan que no hay restricciones, sino hábitos, y que todos los alimentos tienen su gusto particular si sabemos cómo consumirlos y presentarlos de manera agradable.

Disfruta del camino adquiriendo buenos hábitos alimentarios. ¡Ah!, y entabla amistad con tu hambre emocional, no la tengas como tu “jefe”.

Fuente: Vivosano (Salud360)

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