Los pensamientos que vamos elaborando, las palabras que utilizamos para expresarlos, tienen una consecuencia física en nuestras redes neuronales. Esa consecuencia física es la firmeza con la que se crean redes tipo carretera o tipo autopista, por decirlo gráficamente. Cuantas más veces utilicemos un tipo de razonamiento o programa, mayor fortaleza adquiere la red neuronal que lo propicia.
Y por otro lado, si nuestras palabras y pensamientos son coherentes, formarán una descripción fiel de los hechos y formarán programas acordes con la realidad. Pues hay que recordar que no existen hechos verdaderos o falsos, porque un hecho solo puede ser real o ficticio, lo de verdadero o falso es un añadido de nuestro juicio particular a través de los programas de pensamiento creados. Y MUY IMPORTANTE: nuestros programas neuronales influyen en la manera en que vemos el mundo.
Pero vayamos al principio. Hoy día, todos nos movemos entre aparatos que funcionan en “modo avión”, “modo silencio” o bien, modo RED, GRAD o RAD si hablamos de calculadoras. Pues bien, nosotros los humanos con una supercalculadora cerebral, también podemos funcionar en varios modos.
Me interesa resaltar la diferencia entre modo PERCIBIR y modo PENSAR. El primero hace referencia a la consciencia corporal. Forman parte de este modo nuestros cinco sentidos y otros como el propioceptivo o nocioceptivo. El modo pensar aporta información subjetiva a lo percibido, de tal manera que interpreta lo percibido de acuerdo a los programas o redes que tenemos predispuestos.
Integrar estos dos modos significa que nos podemos dar cuenta de que el modo pensar aporta un carácter subjetivo a lo que vamos percibiendo y por tanto, adultera la información sensorial. Esto es lo más interesante de la meditación mindfulness que nos aporta otro modo diferente: el modo OBSERVAR.
El modo observar es el que adquirimos cuando al cerrar los ojos –o sin cerrarlos-, nos predisponemos a darnos cuenta de lo que nos ocurre. Este modo nos permite delimitar los componentes subjetivos que aporta el modo PENSAR a nuestra realidad. Pongamos un ejemplo:
A menudo, nuestros receptores del hambre están inactivos, es decir, no tenemos hambre, sin embargo, por elementos que añade el modo PENSAR tales como “es la hora de cenar”, “estoy con amigos y todos comen” u otro tipo de pensamientos, nos ponemos a comer. Otro ejemplo es lo que sucede con el dolor: percibimos un estímulo de dolor y nuestro modo pensar lo puede aumentar –este dolor es extraño, no puedo soportar este tipo de dolor, el golpe que me he dado me está produciendo este dolor extraño…- o lo puede minimizar –ya se pasará, vaya dolor tonto que me ha cogido, etc.-
Y por si fuera poco, la meditación mindfulness nos ofrece otro modo más: el modo SILENCIO. Este modo, además de ser un verdadero paraíso de sensaciones, de calma, de quietud interna, permite a nuestro cerebro ampliar la intensidad de los modos OBSERVAR Y PERCIBIR.
¿En qué modo estás ahora? La vida es una sucesión de momentos que vivimos de un modo u otro.
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